Cuando era niña, soñaba –en cómo sería ser grande-, quería ser azafata, quería viajar; casarme y tener hijos, la vena materna estaba muy latente en mí. En esa edad, no veía diferencias entre hombres y mujeres, porque cuando eres pequeña esas barreras no existen.
Cuando pasó el tiempo, me di cuenta que había algo que evidenciaba marcadas diferencias. Por muchos años nos asociaron a las mujeres estrictamente a las labores del hogar, a la limpieza y al cuidado de los niños; era como que no podíamos ser profesionales, empresarias o estar a la cabeza de alguna institución pública. Algo o alguien nos lo impedía. ¿El sistema? ¿los que están en el poder?
Con más conciencia de los roles y la desigualdad existente, muchas veces dije ya no quiero ser adulto. Había descubierto que las mujeres a pesar de prepararnos, esforzarnos igual o más que un hombre, no gozábamos de las mismas oportunidades; los sueldos no eran iguales a pesar de realizar las mismas actividades. La sociedad sesgaba y diferenciaba. ¿Será que la balanza se inclina más hacia un lado?
La respuesta a esta pregunta es un SI en mayúsculas. Los tiempos exponen las marcadas asimetrías y el incremento de la violencia hacia las mujeres de todas las edades y en todas las sociedades. Sin embargo, para ti apreciado lector que has llegado hasta aquí, antes de tacharme de feminista o enemiga de los hombres, quiero que sepas que mi intención, a través de este artículo, es resaltar nuestra reivindicación por vivir con dignidad, libres del miedo a ser víctimas de la violencia machista. Pero también, rescatar el valor de mujeres y hombres, en un sentido de igualdad, que nos ha permitido a nosotras ir ganando, a pulso, espacios importantes en la sociedad y a los hombres a estar más involucrados dentro del núcleo familiar.
A lo largo de la historia, tenemos referentes como: Manuela Sáenz, mujer quiteña, que luchó por la gesta libertaria. Marietta de Veintimilla, pensadora y escritora, considerada el símbolo del movimiento feminista del Ecuador, a principios del siglo XX. Hermelinda Urvina, joven ambateña que en 1932 obtuvo la licencia como piloto aviador en Estados Unidos y primera sudamericana en obtener este título. Matilde Hidalgo de Prócel, doctora lojana que se convirtió en la primera mujer que reclamó y ejerció su derecho al voto en el país.
Hoy en día, también contamos con destacadas mujeres en el ámbito de los negocios y del emprendimiento. Mujeres que compaginan su vida de familia con su profesión y a quienes reconocemos por todo el esfuerzo que conlleva ajustar sus tiempos de madre y esposa con su vida laboral; y donde el rol de la pareja es fundamental, sobreentendiendo que el apoyo y compromiso de cada uno permite el desarrollo de la familia y por ende de la sociedad.
Bajo este contexto, podemos mencionar a Carla Barbotó que junto a su esposo, desarrollaron en el 2002 la marca ecuatoriana PACARI, chocolates 100% orgánicos de alta calidad que, a la fecha, los ha llevado a ganar más de 45 premios internacionales, además de convertirse en fuente de empleo para agricultores de pequeña escala. También podríamos señalar a María Eugenia Donoso fundadora de PLUS TREND COMPANY, una empresa orientada a cubrir las necesidades de mujer talla plus, un espacio poco o nada explorado por la moda y donde ella ha llegado para romper estereotipos.
Mujeres: más allá del hogar
Esta situación tiene una repercusión directa en el hogar, ya que las mujeres participan en las decisiones y aportan en el presupuesto familiar. En general, han asumido un papel más activo, dejando en el pasado las connotaciones del término “cabeza de familia”.
Esto ha provocado que el rol del hombre vaya cambiando con el paso del tiempo. Han ocupado un nuevo y diferente protagonismo, valorando las opiniones y decisiones de su pareja, involucrándose más en las labores de la casa. Ahora vemos a esposos cocinando, lavando y cuidando de los hijos. A inicios de siglo esto era inconcebible.
Como mujeres hemos alcanzado muchos logros, pero aún falta. En la política, por ejemplo, la participación femenina es todavía escasa, como lo evidencian las elecciones de 2019. De acuerdo al Consejo Nacional Electoral (CNE) en su libro “Participación política de las mujeres en el Ecuador”, de los 81.149 candidatos a las diferentes dignidades de elección popular, el 47.9% (38.140) fueron mujeres. Donde 34 de los 56 candidatos, para las 23 prefecturas, fueron mujeres; y de ellas, sólo 4 ganaron las elecciones. Podemos referirnos también, al Gabinete del presidente Lasso conformado por 18 ministerios, de los cuales sólo cinco son dirigidos por mujeres.
Estoy convencida que la inclusión de las mujeres en todos los procesos de la vida, permitirá un correcto desarrollo de la sociedad, partiendo del respeto, el acceso a una educación de calidad y a un trabajo digno y bien remunerado. Por eso, debemos seguir implementando acciones que permitan que la igualdad entre hombres y mujeres sea una realidad y no una utopía.
Hoy, aunque se replica, que en marzo solo debemos conmemorar y no festejar nada, yo sí lo hago e intento recordar a todas quienes día a día desde su espacio continúan luchando por la igualdad de condiciones, a esas lideresas y destacadas mujeres que a lo largo de la historia marcaron el camino con su ejemplo, siendo un referente de cambio.
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